Como bien sabemos las personas que nos dedicamos a las gallinas ponedoras, estas aves son animales de hábitos y costumbres.
Toda aquella alteración de los mismos, tendrá una respuesta en su comportamiento en la mayor parte de las ocasiones muy negativa, por lo que nos obliga a estar muy pendientes de dichas alteraciones.

En el caso de la avicultura de puesta ecológica y campera tenemos gallinas con el saludable hábito de salir a disfrutar de sus parques de recreo, donde desarrollan comportamientos naturales de picoteo, exploración, baños de arena, etc.

Este hábito puede verse interrumpido sólo ante dos circunstancias:

Previsión de precipitaciones 

Que las gallinas mojen su plumaje en estaciones frías, supone un riesgo muy elevado para su salud y bienestar, por lo que es recomendable consultar la predicción meteorológica de cada día antes de proceder a la apertura de las trampillas de salida al parque cada mañana, aunque en ese momento tengamos un sol resplandeciente.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La práctica totalidad de los casos positivos declarados en explotaciones de producción de aves en España se han dado en sistemas intensivos sin salida a parque, como son las explotaciones de pavos y pollos de engorde, granjas de gallinas reproductoras y, por último, grandes núcleos de gallinas ponedoras criadas en jaulas.

Alertas epideomológicas 

En los últimos años nos hemos acostumbrado a estar en alerta ante eventuales casos de Influenza Aviar. Existe en el sector de la avicultura cierta tendencia a identificar a las explotaciones de gallinas en sistemas de salida a parque como potenciales focos de riesgo de transmisión de gripe aviar.
Pensamos que las pequeñas explotaciones de gallinas camperas y ecológicas, que en número y no en censo son mayoritarias, presentan un menor riesgo de contagio debido tanto a su escala, que permite un menor trasiego de vehículos (camiones de pienso, de recogida de cadáveres, visitas veterinarias, etc.), como a sus sistemas de ventilación natural, que, al contrario de la ventilación forzada, obliga a pasar por las naves un menor volumen de aire por el interior de la misma. Se sabe que una de las principales vías de dispersión de este virus es la aerógena.
 

Pese a esto, como avicultores que sometemos a nuestras aves al campo exterior, debemos ser conscientes del riesgo que representa el potencial o con aves silvestres y sus heces en el parque.
Por lo tanto, debemos extremar las precau...

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